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La Spirulina y los Aztecas
La spirulina es un descendiente de las primeras formas de vida fotosintéticas: las cianobacterias (cianófitas), que ha permanecido casi invariable a pesar del tiempo.
Existen referencias en las crónicas de la conquista de México, entre los siglos XVI y XVIII, acerca del uso de spirulina. Esto lo corrobora el fraile franciscano Bernardino de Sahagún, quien en 1550 escribió sobre el tema.
“La consumían los aztecas habitantes de los alrededores del lago Texcoco (México), la nombraban tecuitlatl”. Se comía con maíz y otros granos nativos, en una compota llamada Chimolli. Según los relatos, extraían del agua una especie de limo o cieno que dejaban secar al sol sobre la arena, y con ello luego hacían panes. Estos poseían gusto a queso y eran ligeramente salados.”
Este microorganismo fue aislado por primera vez por Turpin en 1827 de un arroyo de agua fresca, se han encontrado diferentes especies de spirulina en ambientes como: tierra, arena, agua de mar y agua fresca.
Según Sagar (1938), “los campesinos ayudados por redes de finas mallas, barrían en determinada época del año las aguas de las lagunas de México y ese “barro” de color azul claro era muy abundante”.
En 1940 el Psicólogo francés Dangeard describió el material llamado Dihe ingerido por la población de Kenembu cerca del lago Chad. Dihe son panes secados y endurecidos al sol de unas algas azul verdosas recolectadas de las orillas de pequeños estanques alrededor del lago Chad. Al estudiar las muestras de Dihe, Dangeard concluyó que era un verdadero puré de algas azules en forma de espirales filamentosas.
En los años 60 los técnicos del Instituto Francés del Petróleo buscaban el preciado combustible en el centro de África, en una región árida y pobre. Sin embargo, los nativos de la tribu Kanembu (de la región de Kanem) parecían saludables y robustos, lo cual fue estudiado por etnólogos franceses y belgas que, a finales de 1962, descubrieron que los nativos cosechaban y consumían algas desde tiempos inmemoriales.
Fuente Autores: Diego Buttori y Nicolás Di Ruscio